Hoy en día es difícil imaginar a Puerto Ordaz como una tierra baldía, llena de chaparrales y habitada únicamente por tigres y venados, así estaba en la década de los 50. Cuando Puerto Ordaz era «monte y culebra» era una tierra que valía millones de bolívares y le pertenecía a un rico hacendado: Don Alejandro Unceín Ruíz.
Don Alejandro, un respetado y rico hacendado de Ciudad Bolívar, era el dueño de los terrenos donde hoy en día se asienta Puerto Ordaz: desde Castillito, pasando por la zona de Alta Vista, luego los Olivos, Toro Muerto, llegando a donde está la empresa Ferrominera Orinoco, o sea, hasta las orillas del río Caroní. Esas eran las tierras de Don Alejandro, que ni imaginaba la urbe en que se convertirían hoy: Puerto Ordaz.
Si bien, Don Alejandro no había visto el potencial de esa tierra, otros si: la Empresa norteamericana Orinoco Mining Company. Los gringos después de estudiar la rentabilidad de la tierra, se dieron cuenta del gran potencial de la zona y estaban dispuestos a pagar ¡10 millones de bolívares! por ella (una fortuna en aquella época), así que sin perder más tiempo, enviaron una comisión para negociar con Don Alejandro la venta de sus terrenos.
Los gringos estaban deseosos de comprar los terrenos (ya hasta habían empezado a diseñar lo que querían en la zona) y Don Alejandro quería vendarlas. Pero, lo que no sabían los gringos era que, Don Alejandro en secreto, tenía en mente una muy buena cantidad para vender sus tierras.
«Nosotros esperar su oferta señor Unceín». Don Alejandro, quería vender sus tierras, pero tenía miedo que su oferta fuera tan elevada que los gringos la rechazarán y se echara para atrás el negocio, así que tragó fuerte y lo soltó: «Bueno, yo aspiro por estos terrenos medio millón de bolívares ¿están de acuerdo?».
Los gringos no podían creer lo que acaban de oír ¡medio millón de bolívares! ¡estaban dispuestos a pagar 10 millones por las tierras y hasta un poquito más! Los norteamericanos disimularon su asombro, así que comenzaron a «discutir» la oferta de Don Alejandro, para que éste no sospechara y cambiara su oferta de «tres lochas». Como era de esperarse, cerraron el trato por 500.000 bolívares ¡9.500 millones menos! de lo que realmente valían las tierras.
Después de eso, la venta de los terrenos de Don Alejandro no terminó ahí. Orinoco Mining Company fue contratado por el Estado Venezolano muchos años, al finalizar su contrato los norteamericanos comenzaron a vender la zona (40 y 70 bolívares el metro cuadrado), hasta que el Consejo Municipal de San Félix lo prohibió, alegando que los terrenos pertenecían al Estado Venezolano al finalizar el contrato con la empresa.
Esta es la historia de la millonada que valían las tierras de Don Alejandro y de cómo las vendió por «tres lochas»¡sin saberlo!
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