La combinación de avances tecnológicos con la medicina moderna estan dando grandes resultados y están a un paso de la medicina personalizada, prueba de ello es la nueva tecnología de Biosensores. Estos biosensores (diminutos) podrían: alertar sobre cualquier desarrollo de problemas de salud ¡de forma anticipada!, indicar el ejercicio más adecuado y efectivo para cada usuario e incluso ayudar a clasificar la gravedad de las heridas de un soldado en el campo de batalla y toda esta información verla a través de nuestro smarthphone.
Esta tecnología de biosensores ha sido desarrollada, en los últimos años, por la empresa Profusa, Inc. ¿De qué trata? Los biosensores son más pequeños que un grano de arroz y son inyectados debajo de la piel de la persona, luego a través de un pequeño detector sostenido contra la piel o pegado como un parche, transmite de forma inalámbrica los datos de la salud de la persona al smartphone, a un ordenador o una tablet, permitiendo controlar cualquier variable que mencione.
Cada diminuto sensor está hecho de un hidrogel basado en un polímero (material utilizado para los lentes de contacto blandos) festoneado con moléculas de tinte, además su estructura es similar a un andamio.
Natalie A. Wisniewski, líder del proyecto de Profusa, Inc., explicó sobre los biosensores que «Si bien existen otros sensores implantables en el mercado tienen un inconveniente importante: a menudo provocan una respuesta inmune del cuerpo extraño que recubre el sensor con células inflamatorias o tejido cicatricial. Esa capa puede aislar el dispositivo de los capilares y evitar que detecte cambios químicos con precisión, por lo que deja de funcionar después de unas semanas o meses”.
Pero ¿cómo hicieron para resolver ese problema? «Engañando» al cuerpo humano, debido a su pequeño tamaño, su alta flexibilidad y que carecen de superficies planas poco naturales, no son reconocidos como objetos extraños por el sistema inmunológico.
El resulto es que, los biosensores no se cubren con células inflamatorias o tejido cicatricial, en cambio, las células y los capilares crecen en la estructura porosa del biosensor, incorporándolos en el tejido circundante, sin desencadenar una respuesta indeseable del sistema inmunológico. Es más, Wisniewski indicó que los primeros biosensores implantados en voluntarios siguen en funcionamiento ¡luego de cuatro años!
Los Biosensores de Profusa, Inc. ya son comercializados en Europa y esperan muy pronto la aprobación en los EEUU.
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