Vivir lejos de tu país no es fácil, menos empezar de cero. Son muchas las historias de éstas personas que dejan todo atrás y que nos llegan al corazón, por su tenacidad, sacrificio, fortaleza y humildad.
Exiten muchos testimonios que nos conmueven, sobre todo la de los venezolanos que hoy se encuentran en el exterior. Como la historia compartida por un joven venezolano Nicolás Vassallo (quien estudia en Perú), sobre su vecina y el joven venezolano que ésta ayudó:
«Mi vecina le alquilaba una habitación independiente a un venezolano desde hace bastante tiempo. Hace poco el venezolano se mudó y como me gusta pasear al perro de la señora le pregunté por él, me dijo:
‘Si, se mudó más cerca de su trabajo, es un buen muchacho. Vendía caramelos en un semáforo y fue tan amable conmigo que lo invité a almorzar. Allí me contó que estaba durmiendo en un parque donde no pegaba mucho el frío porque lo que reunía lo mandaba todo a venezuela y no le alcanzaba para pagarse un cuarto. Me conmovió tanto que le alquilé gratis mi habitación hasta que pudiera conseguir algo estable.
Al cabo de unos meses consiguió un buen trabajo relacionado con lo que él estudió. Siguió viviendo conmigo y no le cobré nunca…
Antes de irse me llevó a almorzar, al mismo sitio donde yo lo llevé cuando lo conocí. Me dio un sobre con dinero, era el equivalente al año y medio que vivió conmigo y hasta más. No quise aceptarlo pero él insistió diciéndome:
‘De no ser por usted, probablemente seguiría durmiendo en la calle y mi mamá en Venezuela habría muerto de hambre hace mucho. Lo que hizo por mi no se paga ni con todo el dinero del mundo, me salvó la vida’
Así que acepté el dinero. Usé parte del dinero para comprar un equipo de sonido con karaoke’.
Le pregunté por qué- ‘Es que a veces íbamos a un bingo donde ponían karaoke y a él le encantaba… Entonces compré el equipo y ahora viene a mi casa algunos fines de semana con su familia y hacemos arepas y usamos el karaoke’.
Se me hizo un nudo en la garganta. Mi vecina tiene 68 años y el venezolano tiene 27, son verdaderos amigos. Que hermosa puede ser la vida cuando actuamos por amor, cuando hay bondad y cuando se es agradecido. Abracé a la señora y me dijo: ‘No hay nada como sus abrazos'».
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