Un tambor, un cuatro, una lata y hasta el rallo para queso sirven. Son los instrumentos que acompañan los alegres cantos que recorren las calles de Venezuela en Navidad.
Los aguinaldos y las parrandas son las expresiones populares más arraigadas, junto a la gaita, por supuesto, como música venezolana en Navidad.
Con la llegada a tierras criollas de los españoles se trajeron muchas costumbres, entre ellas, los cantos religiosos. Para la época navideña, en Europa y otras partes del mundo se entonan villancicos, en su mayoría dirigidos al tema del nacimiento del niño Dios.
Aquí, luego, todo tuvo su propio sabor, su propio sonido.
El agregado local
En Venezuela, tuvo una variante expresada en los «aguinaldos», un término acuñado por los parranderos que se asocia a un «bono», un «adicional» que se suele dar a fin de año. Así se canta también al niño Dios con instrumentos de percusión y acompañados del cuatro venezolano, explica Andreína Jaramillo, músico y fundadora de los Niños Cantores de Bella Vista en San Félix.
Cierre los ojos y piense en «Niño Lindo». ¿Listo? Ese es uno de los tantos aguinaldos que se oyen en coros, escuelas, barriadas e iglesias por estos días. Forma parte de una interesante herencia relacionada con nuestra sonoridad, con nuestra idiosincrasia.
Aquí te dejamos un pequeño videoclip de este popular aguinaldo venezolano «Niño Lindo», cantado por niños:
Así también lo reconoce el profesor y músico David Bastardo, investigador y promotor de los parrandones escolares en el colegio Fe y Alegría en Puerto Ordaz.
Ambos expertos coinciden en ese elemento que diferencia el aguinaldo de la parranda, y es la orquestación. Inmediatamente colocan como referencia el trabajo que ha realizado por más de 30 años Francisco Pacheco, al frente de Un Solo Pueblo en donde se popularizaron temas como «Bajo la matica», «El cocuy que alumbra» y «María Paleta», entre otros.
La parranda recoge además el valor de la influencia africana en la cultura criolla. Golpes de tambor, estilos de canto, algarabía.
Retomar tradiciones
Tanto Jaramillo como Bastardo se han empeñado, en Guayana, en fortalecer esas costumbres que por el llamado desarrollo de las ciudades se han ido «apagando».
«Es importante retomar eso de ir casa por casa, calle por calle, uniendo a los vecinos, tomando los espacios con las parrandas, los cantos. Regalar ese momento de compartir, de cantar, de preparar bebidas o postres para todos los parranderos es importante», argumenta Jaramillo.
El profesor Bastardo considera que es algo que debe cultivarse desde la escuela y por eso la importancia de persistir en la enseñanza de las formas tradicionales desde el aula y colocarlas al alcance de los alumnos.
«Quién no ha cantado ‘Fuego al cañón’ o hasta ‘El Burrito Sabanero’, son temas emblemáticos. Pero, también estamos estimulando la composición, que los vecinos hagan sus propios versos», explica Jaramillo.
Buenos resultados
Para los trabajadores culturales, cuando se toman las calles con cultura se quita espacio a la violencia, a la delincuencia. Creen fielmente en el trabajo por el país que se quiere y en el cambio desde la acción y la cultura popular tiene las herramientas.
Con los Niños Cantores de Bella Vista, una comunidad popular de San Félix, se logró un precedente de unión entre movimiento cultural y vecinos. «Ellos se han apropiado de ese movimiento», confiesa Jaramillo.
La experiencia exitosa permitió luego crear Niños Cantores de la UD 102, en otra comunidad de San Félix, en donde por cierto ahora los adultos también se activaron y esperan cumplir una apretada agenda llevando música y alegría a las calles de Guayana bajo el eslogan «Gente de Paz en la calle».
El programa tuvo una parada el jueves 13 de diciembre en Fundación La Barraca en San Félix con la asistencia de más de 100 personas y en compañía de los niños de la Orquesta Sinfónica San Buenaventura, Mago Robert y Amanda Madero y sus títeres Boomerang. Allí los vecinos compartieron y agradecieron que actividades de este tipo se sigan realizando.
En la Navidad venezolana se siguen escuchando en las calles aguinaldos y parrandas, en las tradicionales «misas de gallo», en los encuentros de vecinos para celebrar y es deber de las nuevas generaciones aprender y reproducir esa herencia.
Por Juan Manuel Carvajal
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